Las chaquetas y las remeras estampadas con el nombre de la agrupación a la que pertenecían fue la vestimenta más usada por los militantes. Pero entre quienes concurrieron al acto para festejar el 9 de Julio, lo que menos se vio, fueron los colores celeste y blanco.
Incluso, cuando comenzó a sonar el himno, costó acallar la percusión de los bombos que la fervorosa comitiva llevó para recibir a Cristina. Quizás fue la potencia de la juventud, pero lo real fue que la Presidenta tuvo que hacer señas para que las agrupaciones bajen el ritmo. Por lo visto, el modelo CFK despierta pasiones en los jóvenes. Pero estos fervores requieren la sensualidad de la razón para cumplir sus objetivos. Más en Argentina, donde la militancia fue tan bastardeada, siempre se tiene que recordar que demasiada camiseta nos puede dejar cada vez con menos gambetas.